Cuando pensamos en el Caribe, a menudo imaginamos aguas turquesas y arrecifes de coral poco profundos. La langosta y la concha reina no sólo son productos pesqueros económicamente importantes, sino que también tienen una profunda conexión con las raíces culturales de las comunidades locales. Sin embargo, las tornas han cambiado. En los últimos años, a medida que han disminuido las poblaciones costeras de peces grandes, langosta y concha reina, muchos pescadores han recurrido a aguas azules más profundas para complementar sus ingresos durante las temporadas de veda o para compensar las escasas capturas en aguas menos profundas. Esta pesquería es cada vez más importante en la zona, ya que la demanda de pescado de alta calidad sigue aumentando para el consumo local y turístico.
Los peces que viven a profundidades superiores a 100 m tienden a ser más longevos, crecer más lentamente y reproducirse más tarde que los de aguas poco profundas, lo que los hace más vulnerables a la sobrepesca. En nuestra última publicación, nos embarcamos en un viaje para descubrir los misterios de las pesquerías de aguas profundas en Belice y Honduras. Nos preguntamos si la pesquería de Honduras, más grande y bien establecida, había afectado las poblaciones de peces de aguas profundas comparado con la pesquería de Belice, que es relativamente joven y mucho más pequeña; en efecto, intentábamos mirar hacia el futuro de los recursos de aguas profundas de Belice para ver qué podría ocurrir si la pesquería seguía expandiéndose rapidamente y siguiendo su curso actual. Para ello realizamos estudios científicos con palangre y cámaras para medir la abundancia y distribución de los peces de aguas profundas en Belice y Honduras.
Nuestros hallazgos revelaron una historia de disparidad. Los peces de las aguas hondureñas eran sistemáticamente más pequeños y menos abundantes que los de Belice. Esto indica que el uso prolongado de la pesquería en Honduras ha reducido el número y el tamaño de los peces en profundidades de entre 100 y 500 metros. También descubrimos que los peces de Honduras tendían a estar a menor profundidad, lo que agravaba su vulnerabilidad a la pesca al estar al alcance del esfuerzo pesquero a menor profundidad. Nuestra investigación evidencia que la temperatura es un factor fundamental que determina la distribución de los peces, incluso en las profundidades del océano. Este descubrimiento subraya la interconexión entre el bienestar de las especies y el cambio climático. En esencia, nuestro estudio ofrece una comprensión fundamental de las pesquerías de aguas profundas en estas naciones caribeñas.
El mensaje es claro: las estrategias de gestión eficaces son imperativas para salvaguardar el futuro de esta pesquería y aconsejamos un enfoque conservador de la gestión de estas especies, con consideraciones de cierres de zonas temporales para las especies más vulnerables, especialmente la especie de mero centenario.
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