Durante siglos, se ha imaginado el océano como un lugar de silencio. Los buceadores dirán que bajo las olas se siente una paz especial: un mundo tranquilo donde la luz se atenúa y el sonido parece desvanecerse. La cultura popular refuerza esta imagen: extensiones azules y serenas interrumpidas sólo por los cantos de las ballenas o los juguetones chasquidos de los delfines. Pero esta es solo la mitad de la historia: bajo la superficie, el océano está repleto de sonidos y, sorprendentemente, los peces son contribuyentes activos.
El océano dista mucho de ser silencioso; de hecho, podríamos decir que muchos peces son sorprendentemente “parlanchines”. Casi 990 especies de peces óseos (Osteichthyes) se sabe que producen sonidos activamente, desde gruñidos y chasquidos hasta llamados complejos. Estas señales acústicas pueden desempeñar un papel en el cortejo, la defensa del territorio, la coordinación de movimientos o simplemente en mantener el contacto con otros miembros del grupo. Sin embargo, para la mayoría de las personas, la idea de “peces que se comunican” suena a ficción.
Estos sonidos suelen pasar desapercibidos porque los humanos no podemos escucharlos fácilmente bajo el agua. El sonido viaja casi cinco veces más rápido en el agua que en el aire, y muchas llamadas de peces están fuera del rango o volumen que podemos detectar sin equipo especial. Los mamíferos marinos reciben más atención porque sus vocalizaciones son más fuertes y fáciles de grabar, pero los peces también se comunican constantemente.
¿Cómo producen sonido los peces? Algunos utilizan músculos para hacer vibrar su vejiga natatoria, enviando graves retumbos a través del agua. Otros frotan partes óseas entre sí en un proceso llamado estridulación, que genera chasquidos o chirridos. El pez sapo es bien conocido por su “silbato de barco” en época de apareamiento, mientras que pargos y meros – especies importantes en el Arrecife Mesoamericano – emiten gruñidos y golpeteos durante el desove.

Aunque menos “vocales” que muchos peces, las rayas también contribuyen a la diversidad acústica marina y algunas producen sonidos de forma intencionada. Se ha observado que ciertas especies emiten pulsos o chasquidos rápidos cuando se asustan, posiblemente como señales de alarma. Las rayas eléctricas producen pulsos de baja frecuencia como parte de su estrategia de caza para aturdir a sus presas; señales que también se registran como sonido en el agua.
CC: Philip Christoph – Fetterplace et al. (2022). Evidence of sound production in wild stingrays. Ecology. https://doi.org/10.1002/ecy.3812
En MarAlliance, trabajamos para comprender mejor este lenguaje oculto del mar. En Belice, Honduras y Panamá, nuestros equipos colaboran con pescadores locales y científicos comunitarios para desplegar pequeños dispositivos de grabación submarinos llamados AudioMonths. Estos dispositivos capturan la rica variedad de sonidos producidos por los peces en distintos hábitats, como los manglares. Analizando estas grabaciones, podemos identificar especies, seguir sus patrones estacionales y aprender más sobre cómo utilizan su entorno.
Cada chasquido, croar o retumbo aporta a nuestro entendimiento del comportamiento y la ecología de los peces. El mar nunca ha sido silencioso: siempre ha sido una sinfonía viviente.