¿Cuánto pueden vivir los peces? Si usted es como la mayoría, supondrá que la esperanza de vida de un pez es bastante corta. Nuestra reciente y revolucionaria investigación sobre los peces de aguas profundas del Arrecife Mesoamericano descubrió que algunas especies de peces de aguas profundas, como el pargo cardenal, pueden vivir más de 60 años, mucho más de lo que se creía posible.
Mediante el empleo de la precisión de la datación por bomba de radiocarbono, los científicos han confirmado que el pargo cardenal – una especie de aguas profundas comúnmente capturada- puede superar la asombrosa cifra de 60 años de edad. Este notable descubrimiento redefine nuestra comprensión de la esperanza de vida de los peces de aguas profundas regionales y proporciona un método de bajo coste y escalable para ayudar a la gestión sostenible de la pesca.
¿Por qué es importante la longevidad?
Conocer la edad de los peces es fundamental para una gestión eficaz de la pesca, especialmente de las especies longevas, que suelen ser más vulnerables a la sobreexplotación. Las principales observaciones del estudio ponen de relieve la importancia de esta investigación:
- Una longevidad sin precedentes: El pargo cardenal ocupa ahora un lugar entre los pargos más longevos que se han documentado en el océano Atlántico occidental.
- Mayor vulnerabilidad: Las especies con ciclos de vida más largos suelen presentar tasas de recuperación de la población más lentas, lo que las hace especialmente susceptibles a las prácticas pesqueras insostenibles.
- Estimación asequible de la edad: Los investigadores han desarrollado un método rentable para estimar la edad de los peces a partir del peso de los otolitos (huesos del oído). Esta innovación permite a los gestores, pescadores e investigadores determinar rápidamente la estructura de edad de los pargos cardenales utilizando únicamente una balanza digital, lo que lo hace accesible incluso en entornos con recursos limitados.
¿Qué es la datación por radiocarbono de bombas?
Los orígenes de la datación por radiocarbono de bombas se remontan a un momento crucial de la historia de la humanidad.
El carbono 14 (¹⁴C) es un isótopo natural del carbono, pero su concentración en la atmósfera aumentó significativamente durante las pruebas nucleares realizadas en los años cincuenta y sesenta. Esta oleada de carbono 14, conocida como el «pulso de la bomba», se extendió por todo el mundo y fue absorbida por los organismos terrestres y marinos. Como resultado, se incorporó a las estructuras de calcio de la vida marina – incluidos corales, moluscos y peces – dejando una firma química única que los científicos utilizan con fines de datación.
Todos los animales de la Tierra tienen una firma ¹⁴C que se correlaciona con cuándo y dónde nacieron. Como el ¹⁴C se incorpora a los tejidos biológicos de los animales, actúa como una marca de tiempo. Como este isótopo puede medirse, y como las concentraciones relativas de ¹⁴C aún no han descendido a los niveles anteriores a la bomba, los científicos pueden utilizar este método para determinar la edad de los animales, incluidos los peces.
Sección delgada de un otolito de pargo cardenal de 68 años con círculos blancos que denotan las formaciones anuales de pares de bandas.
Retos y avances en las profundidades marinas
Tradicionalmente, la edad de los peces se determina examinando los anillos de crecimiento de los otolitos, de forma parecida al recuento de los anillos de los árboles. La idea es que cada año se forman un par de anillos en el otolito, en correlación con el crecimiento rápido y lento en verano e invierno (o estaciones lluviosa y seca), respectivamente. Sin embargo, este enfoque se basa en patrones de crecimiento estacional claramente definidos, que pueden ser diferentes en los ecosistemas de aguas profundas. Los peces de aguas profundas no se enfrentan a las mismas variaciones de temperatura y disponibilidad de alimento que sus congéneres de aguas someras.
Para superar esta limitación, recurrimos a la datación por radiocarbono con bomba para validar la esperanza de vida del pargo cardenal, una especie de aguas profundas capturada habitualmente en pesquerías entre 200 y 350 metros. Nuestros resultados fueron sorprendentes: dos pargos cardenales, capturados en Belice (2015) y Honduras (2019), presentaban niveles de ¹⁴C inferiores a los valores anteriores a la bomba. Esto confirma que estos individuos nacieron antes de las pruebas nucleares de mediados del siglo XX, por lo que tienen más de 60 años.
Para determinar la edad de un pez mediante la datación por radiocarbono con bomba, se extrae el núcleo del otolito, que contiene los materiales calcificados formados por el agua de mar durante el primer año de vida del pez.
Una solución de bajo coste para una gestión sostenible
La importancia del estudio va más allá de la validación de la edad mediante técnicas avanzadas de radiocarbono. Hemos descubierto una fuerte correlación entre el peso del otolito y la edad de los peces, lo que nos ha permitido desarrollar una ecuación sencilla para estimar la edad. Aplicando esta ecuación junto con una báscula digital asequible y un otolito, los gestores pesqueros pueden determinar de forma rápida y rentable la edad de los pargos cardenal capturados en la región estudiada.
Este avance es especialmente importante para las pesquerías de la región del Arrecife Mesoamericano, donde los recursos para realizar estudios costosos y laboriosos suelen ser limitados. Al dotar a los gestores de herramientas para evaluar las poblaciones de peces con mayor precisión, esta investigación allana el camino para mejorar la conservación y las prácticas sostenibles.
Un conocimiento más profundo, un futuro más brillante
La validación de la extraordinaria longevidad del pargo cardenal subraya la necesidad de estrategias de gestión adaptadas para proteger a las especies longevas. Con técnicas innovadoras que combinan ciencia de vanguardia y accesibilidad práctica, nuestra investigación abre un nuevo capítulo en la gestión sostenible de la pesca y en la protección de las especies longevas de aguas profundas, que a menudo no sobreviven a la captura debido a los cambios de presión.
Al tender un puente entre la precisión científica y la aplicación sobre el terreno, este estudio ofrece esperanza para el futuro de la pesca en aguas profundas, garantizando que los ecosistemas y las comunidades que dependen de ellos puedan prosperar durante generaciones.