¿Qué son los enclaves de biodiversidad marina?
Los enclaves de biodiversidad marina son regiones repletas de un elevado número de especies que no se encuentran en ningún otro lugar, muchas de ellas en peligro de extinción. A pesar de su importancia ecológica, estas zonas se enfrentan a importantes amenazas, como la pérdida y degradación de sus hábitats, lo que las sitúa entre las principales prioridades de conservación a escala mundial. Aunque los enclaves representan baluartes críticos para la vida marina, están sometidos a una presión cada vez mayor por la actividad humana y los cambios medioambientales.
Mesoamérica y el Caribe son dos de esas regiones, que se distinguen por su excepcional biodiversidad. El Sistema Arrecifal Mesoamericano, la segunda barrera de arrecifes más grande del mundo, se extiende por esta zona. Más allá de su riqueza natural, estas regiones también albergan a muchas comunidades indígenas que mantienen desde hace mucho tiempo una relación estrecha y respetuosa con su entorno. A pesar de que Mesoamérica cubre menos del 2% de la superficie de la Tierra, alberga el 12% de la riqueza biológica del planeta, sustenta el 8% de los manglares del mundo y tiene el 31% de su territorio designado como zona protegida. Mientras tanto, el Caribe está reconocido como uno de los mayores centros de biodiversidad endémica del mundo, con aproximadamente el 50% de sus especies vegetales que no se encuentran en ningún otro lugar, gracias a su geografía y clima únicos.

¿Por qué la biodiversidad marina es fundamental para la salud de los océanos?
Cuando se habla de biodiversidad, a menudo se piensa primero en los ecosistemas terrestres, pero el océano alberga alrededor del 80% de la biodiversidad del planeta. La salud de los ecosistemas marinos es esencial para que los océanos sean resilientes, productivos y adaptables, y sirvan de apoyo no sólo a la vida oceánica, sino también a las comunidades humanas de todo el mundo.
La biodiversidad marina garantiza que los ecosistemas sigan funcionando aunque las poblaciones de especies individuales fluctúen. Un ecosistema resiliente puede soportar perturbaciones sin colapsarse, manteniendo procesos naturales vitales para la vida, como el almacenamiento de carbono, la filtración del agua y el suministro de alimentos. Cada especie, desde el plancton más pequeño hasta un depredador ápice como el tiburón tigre, desempeña un papel único. En muchos casos, distintas especies pueden desempeñar funciones ecológicas que se solapan, lo que significa que la pérdida de una de ellas podría no perturbar inmediatamente un ecosistema. Sin embargo, esta redundancia tiene sus límites.
¿Qué ocurre si se pierde la biodiversidad marina?
Muchas especies marinas no tienen equivalentes funcionales. Su extinción borraría millones de años de evolución y podría causar efectos en cascada en ecosistemas enteros. A medida que disminuye la biodiversidad, también lo hace la capacidad de la naturaleza para mantener los servicios ecosistémicos de los que dependemos, desde la seguridad alimentaria y la medicina hasta las prácticas culturales.
El enclave de biodiversidad marina de Mesoamérica
El enclave de biodiversidad marina de Mesoamérica se extiende por gran parte de Centroamérica, abarcando ecosistemas subtropicales y tropicales desde el centro de México hasta el Canal de Panamá. Las islas cercanas y alejadas de la costa, tanto en el Caribe como en el Pacífico, añaden riqueza biológica y albergan especies endémicas y lugares vitales para la anidación de aves marinas.
En el corazón de esta región se encuentra la Barrera Arrecifal Mesoamericana, que se extiende unos 1.000 kilómetros desde la península mexicana de Yucatán a través de Belice, Guatemala y Honduras. Alberga más de 4.000 especies, entre ellas tiburones ballena, tortugas marinas y mantarrayas, lo que lo convierte en uno de los ecosistemas marinos más importantes del mundo. El arrecife, junto con extensos manglares y praderas marinas, no sólo sustenta la biodiversidad, sino que también protege las costas de las tormentas y la erosión.

Los manglares florecen a lo largo de las costas del Caribe y el Pacífico, sobre todo en Belice, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Las especies clave son el mangle rojo (Rhizophora mangle), el mangle blanco (Laguncularia racemosa) y el mangle negro (Avicennia germinans), entre otras. Estos bosques son viveros vitales para peces y crustáceos, hábitats de vida salvaje y protegen a las comunidades costeras de la erosión y la pérdida de sedimentos.

Las praderas marinas, dominadas por especies como la hierba de tortuga (Thalassia testudinum) y la hierba de manatí (Syringodium filiforme), también desempeñan un papel crucial en el mantenimiento de ecosistemas marinos sanos en todas las costas caribeñas de Centroamérica.
Un tiburón nodriza y una raya látigo del Caribe descansando sobre una pradera marina. CC Rachel Graham/MarAlliance
Una interesante división biogeográfica atraviesa Centroamérica: los arrecifes de coral a ambos lados del istmo están formados por especies totalmente diferentes, sin corales constructores de arrecifes compartidos entre las provincias del Caribe y del Pacífico.
Nuestro trabajo en el enclave de biodiversidad marina de Mesoamérica
En MarAlliance estamos profundamente comprometidos con la protección de la megafauna marina en este enclave de biodiversidad y más allá.
En Belice, donde se encuentran más de 290 km de la barrera de coral mesoamericana y tres de los cuatro atolones del hemisferio occidental, llevamos investigando desde 2004. El atolón Lighthouse Reef ha sido un lugar clave para el estudio de tiburones, rayas, tortugas marinas y grandes peces de aleta. Mediante una combinación de técnicas de monitoreo tradicionales e innovadoras, buscamos generar un conocimiento exhaustivo de la salud y la dinámica de estas poblaciones.

Honduras alberga la extensión oriental de la Barrera Arrecifal Mesoamericana y extensos hábitats costeros. Declarado santuario nacional de tiburones en 2011, Honduras es un país muy prometedor como líder en conservación marina, aunque queda mucho por hacer para simplificar y hacer cumplir las leyes. Nuestra investigación aquí está ayudando a establecer los primeros datos de referencia para las poblaciones de tiburones en todo el país, habiendo completado con éxito estudios en las Islas de la Bahía, los Cayos Miskitos y a lo largo de la costa noroeste del país. Una campaña educativa nacional que se estrenará este año servirá de modelo para nuestra estrategia más amplia de catalizar un cambio de comportamiento para los tiburones de Centroamérica a través de exposiciones educativas inmersivas en Honduras, Belice y Panamá. Esta información crítica apoya la evaluación y la futura gestión de las áreas marinas protegidas (AMP) del país y su legislación nacional sobre tiburones.

En Panamá, avanzamos en la conservación de la megafauna marina generando datos vitales sobre la abundancia y distribución de las especies. Nuestro trabajo sirve de base a la legislación destinada a proteger tiburones, rayas y grandes especies de peces. En estrecha colaboración con los pescadores locales, realizamos un monitoreo continuo de la fauna en las áreas marinas protegidas del país y sus alrededores, promoviendo la gestión y la sostenibilidad. También hemos puesto en marcha una importante iniciativa de conservación e investigación de los arrecifes de coral en Guna Yala, que supone la evaluación más completa de los arrecifes y los peces de la región en más de dos décadas. Este esfuerzo responde a la urgente necesidad de disponer de datos actualizados para orientar la protección de estos ecosistemas vitales.
