Cada año, un macho adulto de tortuga boba (Caretta caretta) emprende un viaje preciso entre Belice y Honduras, cronometrado no por el calendario sino por la temporada de cortejo. Gracias al seguimiento por satélite, ahora tenemos un ciclo anual completo de sus movimientos, que revela cómo la ruta constante de una tortuga ofrece información sobre la conectividad marina, el uso del hábitat y la urgencia silenciosa de la conservación transfronteriza.
La mayor parte del seguimiento por satélite de tortugas marinas se centra en las hembras que anidan, por razones obvias: son más fáciles de encontrar en tierra. Los machos, en cambio, rara vez se observan y son más difíciles de estudiar, pero no por ello son menos esenciales para la población. El rastro de este macho proporciona información poco común sobre cuánto tiempo permanecen los machos en los lugares de cría, dónde se alimentan el resto del año y cómo de constantes son sus migraciones. Esto también ayuda a perfeccionar los modelos de dinámica de poblaciones, esfuerzo reproductivo y uso del hábitat, y permite comprender mejor el ciclo vital completo de las tortugas marinas.

El ciclo migratorio 2024-2025
En mayo de 2024, durante la época de apareamiento de la tortuga boba, nuestro equipo marcó a esta tortuga macho frente a Cayo Dos Norte, parte del atolón de Lighthouse Reef, Belice. Al igual que la mayoría de los machos adultos, permaneció cerca de la costa, esperando la llegada de las hembras. Las tortugas bobas no anidan en grupos ni permanecen mucho tiempo en la zona, hacen su trabajo y se marchan. A principios de junio, habiendo completado sus tareas reproductivas, comenzó su viaje hacia el sur.

Al cabo de una semana, y tras recorrer más de 200 kilómetros, llegó cerca de la Reserva Marina Cuero y Salado, en la costa norte de Honduras, probablemente su principal zona de alimentación. Allí permaneció hasta principios de febrero de 2025, cuando nuestro equipo científico se dio cuenta de que había comenzado a regresar hacia el norte.


Reapareció cerca del Cayo Dos Norte en febrero, justo a tiempo para la siguiente temporada de apareamiento. Tres meses más tarde, partió de nuevo, llegando a aguas hondureñas en junio. La ruta fue casi idéntica a la del año anterior: eficiente, directa y muy fiel a los mismos dos sitios.

¿Por qué es importante esta ruta?
Los movimientos de esta tortuga boba ponen de relieve un aspecto significativo: una gran fidelidad al lugar, tanto a las zonas de cría como a las de alimentación. No está explorando la región – está operando en un horario moldeado por la precisión evolutiva.
Esta tortuga no se queda en aguas de un solo país; su ruta cruza fronteras internacionales, lo que subraya la necesidad de estrategias de conservación transfronterizas. Las áreas marinas protegidas, la aplicación de la ley y el monitoreo deben operar más allá de las jurisdicciones nacionales si se quiere que reflejen el comportamiento real de las especies que dependen de ellas.
Conservación sin fronteras
En MarAlliance, nuestro trabajo con el seguimiento por satélite está ayudando a descubrir este tipo de patrones de movimiento, esenciales para mejorar la gestión de las especies marinas migratorias. Puede que el viaje de esta tortuga boba no aparezca en los titulares, pero demuestra por qué es tan importante la colaboración regional en el Arrecife Mesoamericano. Su vida depende de la salud de determinados lugares, que deben seguir siendo viables para que pueda seguir regresando año tras año. Especies como él ignoran nuestras líneas en los mapas. Las estrategias de conservación deben hacer lo mismo.